Una pelea virtual y otra real, con tres resultados

Por AIPS América

6 de mayo de 2019

Por Jorge Savia – jorge.savia@ecos.la

MONTEVIDEO, Uruguay 6 de mayo de 2019.- Saúl “Canelo” Álvarez (México) retuvo los títulos de campeón del mundo de peso mediano de la Asociación Mundial y el Consejo Mundial de Boxeo, y a su vez conquistó el de la Federación Internacional de Boxeo que ostentaba Daniel Jacobs (USA), en una pelea que tuvo lugar el sábado 4 de mayo en Las Vegas y que, a los ojos de los aficionados, y hasta de los periodistas especializados en el deporte de los puños, arrojó más de un resultado; aunque lo real es que el mexicano se impuso al estadounidense por puntos en decisión unánime.

El caso no es frecuente, pero tampoco extraño, porque cuando las peleas no se definen antes del límite pactado, por nocaut, nocaut técnico, o retiro de uno de los rivales, el resultado de un combate no se determina como en el fútbol o el básquetbol, por ejemplo, según la cantidad de goles o tantos anotados, sino por el puntaje otorgado según la apreciación inevitablemente subjetiva de tres jurados.

Pruebas al canto: esta vez, dos jurados vieron ganar a Álvarez por 115/113, el restante lo dio ganador por 116/112; el mexicano Juan Manuel Márquez -ex campeón mundial en cuatro categorías y hoy comentarista de ESPN- tuvo una tarjeta de 115/113 a favor de Jacobs, igual que el caracterizado periodista argentino Horacio Pagani; y la puntuación de Marcelo González, también reconocido especialista argentino de TyC Sports, y antes Space, fue de 114/114: empate.

Quizá el debate universal acerca del triunfo de “Canelo” haya surgido no tanto por la decisión unánime de los jurados, sino por la diferencia de cuatro puntos que tuvo la tarjeta de uno de ellos, algo que no se compadece con el curso de una pelea que más allá del juicio sobre su resultado, nadie puede negar ni desconocer que fue pareja y cerrada.

En ese contexto, precisamente, la tarjeta de este periodista en la transmisión televisiva de VTV en Uruguay vio ganar a Jacobs por 115/113; pero en el mismo marco de subjetividad que encierran los fallos de los jurados, uno confiesa que dudó al puntuar el último round, por lo que si se lo hubiera adjudicado al azteca en lugar de Jacobs, nuestra tarjeta pudo haber sumado el 114/114 del argentino Marcelo González.

Dicho de otro modo: cuando las peleas son de trámite apretado como la de Álvarez y Jacobs, el camino a la decisión final parece transitar por el centro de una calle y no se puede catalogar como erróneo o disparatado el veredicto que gire hacia cualquiera de las cercanas veredas del costado; lo que choca es que ese fallo -como el de la tarjeta que le dio cuatro puntos de ventaja al mexicano- “se dispare” hacia un lado, pero situado en otra calle paralela y muy distante de esa vía que recorrió el combate.

Es por eso, más que nada, que se aviva la polémica; porque hasta parece que quizá hubiera algo predeterminado. Es decir, quizá no se discute sobre el fondo del tema, que es la victoria de “Canelo”, sino en torno a la forma; en especial la de esa tarjeta de cuatro puntos de ventaja para el mexicano, cuando se sabe que hoy por hoy -con Floyd Mayweather retirado- sus peleas son el espectáculo que genera mayores ingresos para Las Vegas, y que la comunidad mexicana es la que provoca la venta más voluminosa de cajas de “Pay per View” (Pague para Ver), uno de los pilares sobre los cuales se sustenta la viabilidad económica del boxeo mundial en los días actuales.

Sin embargo, aún desde el disenso, porque uno no vio perder a Jacobs, hay que reconocer que los tres jurados tienen el invalorable aporte de la alta tecnología aplicada al deporte como respaldo: según la estadística de Compubox, Álvarez acertó 188 de los 466 golpes que lanzó, el 40,3%, y Jacobs, 131 de los 649 que tiró, el 20,2%. De manera que, de acuerdo a ese registro, fue superior la eficacia del mexicano.

Otro tanto, incluso, ocurrió con los denominados “golpes de poder”: Álvarez conectó 120 de 264, el 45%; y Jacobs 89 de 359, un 24,8%.

En base a la frialdad de los números, podría decirse que Jacobs lanzó mayor cantidad de manos que Álvarez, con lo que sería posible desairar la opinión de aquellos que justifican la decisión de los jurados diciendo que el estadounidense debió hacer algo más “por la riña” que ponerle freno -con su estilo técnico y una guardia siempre bien armada- a la potencia y presión habituales del mexicano; pero “Canelo” pegó más que su adversario.

En suma, aunque el kazajo Gennady Golovkin -el tercero en discordia al más alto nivel de la categoría de los medianos- luego dijo que fue “una pelea aburrida”, el choque entre “Canelo” y Jacobs, en buena (o alguna) medida terminó respondiendo a las expectativas que había generado, porque aunque no sea más que por su resultado, fue atrapante.

Por lo pronto, hay que convenir que al final hubo dos combates: el real y el virtual, y -por si fuera poco- no es fácil establecer cuál fue uno y cuál fue otro, pues al que “muestran” los indicadores estadísticos y el fallo de los jurados se opone el que creyeron ver muchos aficionados y periodistas especializados; y, como consecuencia de eso, además, también hubo tres resultados, ya que unos vieron ganar al azteca, otros al estadounidense, y no faltaron los que se quedaron con la impresión (¿óptica, acaso?) de que hubo empate.

De todos modos, teniendo las características de ambos rivales, hubo algo tangible: si la pelea fue “aburrida”, como dijo Golovkin, es porque -al menos en gran parte del combate- se impuso la estrategia y el estilo de Jacobs, que con su jab y recto de izquierda mantuvo a “Canelo” en la larga y la media distancia, sin permitirle que se le acercara y su vigor lo desbordara.

Jacobs es 9 centímetros más alto que Álvarez, y tiene 6 centímetros más de alcance de brazos, y no sólo hizo valer esos atributos físicos, a los que agregó una buena traslación sobre el ring para salir fuera del alcance de los golpes del mexicano, sino que también contraatacó con dureza en algunas de las veces que “Canelo” logró traspasar con su empuje y buen recorrido de sus manos, la valla que le impuso Jacobs.

“Vox populi, vox dei”, y por algo en esta ocasión el T-Mobile de Las Vegas, en su mayoría colmado por mexicanos, casi no gritó el visceral “¡Ca-ne-lo! ¡Ca-ne-lo!” de otras oportunidades. Jacobs no les dio lugar. Aunque, al cabo, esa haya sido una pelea virtual, que vieron muchos aficionados y periodistas especializados, no le pelea real de los indicadores estadísticos aportados por la alta tecnología aplicada al deporte, que parece haber guiado el veredicto de los jurados al final de dos combates en uno, que a los ojos del mundo tuvo tres resultados.

Después de todo, y más allá de cualquier escepticismo que pudiera haber sobre la existencia de algo predeterminado ante la presión de lo que representa “Canelo” para Las Vegas y la comunidad mexicana para el “business” del boxeo en los días actuales, si se tiene en cuenta que Álvarez viene de firmar con DAZN un contrato de 365.000.000 de dólares por 11 peleas, este tipo de situaciones polémicas entorno suyo, que antes incluyeron a Golovkin y ahora a Jacobs, parece mejor negocio -sobre todo para “La Ciudad del Pecado”- que un escenario donde el campeón absoluto de los medianos no tuviera rivales capaces de poner en tela de juicio su reinado.

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