La Habana, Cuba, 25 de abril de 2015.- Luego de caminar por las amplias avenidas de La Habana, sentir su canícula caribeña, ver y abordar los taxis de mitad de siglo pasado, recorrer el Malecón y la Plaza de la Revolución, se columbran algunas conclusiones, varias cercanas y otras no tanto, del imaginario de la isla socialista, bastión de luchas añejas y dueña de un capital cultural e histórico el cual sin duda, resuena como el cañón que dispara hacia piratas invisibles todas las noches.
Por César Augusto Prieto (Colombia) – cesar.prieto@unisabana.edu.co
En este contexto, una Latinoamérica unida por el periodismo deportivo y sus representantes provenientes de 12 naciones, se ha venido desarrollando el X Posgrado en esta fuente, sin duda una de las más especializadas, de la agenda de los comunicadores, que tiene como sede el Instituto Internacional José Martí.
Sí, sin vacilar, con el nombre del más grande héroe y referente cubano de todos los tiempos y cuyas doctrinas han impregnado algunas de las materias vistas en la capacitación, en la cual 30 periodistas se integran para entender la realidad, vicios y virtudes del ejercicio del periodismo deportivo, observado desde la Patagonia argentina, hasta la calurosas playas del Caribe mexicano, pasando por la mayoría de países del área.
Una de las principales conclusiones de la agenda analizada, es el monopolio informativo que en los espacios de radio, prensa, televisión y medios digitales ejercen dos deportes: el fútbol para el caso de Suramérica y México y el béisbol en el Caribe y países centroamericanos, dejando así de lado y con poco despliegue y espacio, las demás modalidades deportivas.
Lo anterior no es ningún descubrimiento pero sí la ratificación de que algo falla desde la formación de las nuevas e incluso antiguas generaciones de comunicadores y que muy pocos temas diferentes se proponen desde los consejos de redacción.
La reportería y búsqueda de otras opciones de cubrimiento pierde vigencia ante la cada vez mayor virtualidad del ejercicio profesional, aunque una de las lecciones que deja la visita a la tierra de Fidel y el Ché, es que el periodismo sigue siendo el mismo, con o sin Internet, en una isla a la que todavía no irrumpen las modas y afanes tecnológicos que tienen al resto del planeta en una absurda abstracción de la realidad; algo así como que el hombre va en un veloz sprint a ser esclavo de aparatos electrónicos.
Cae la tarde en la capital cubana y con el declive del sol, la ciudad cambia su aspecto ordenado por una vida nocturna de turistas con ansias de fotografiar e impregnarse de recuerdos, con la brújula orientada hacia los sones propios del azúcar y el tabaco insular y con el ánimo de absorber esa rara ambivalencia de dignidad, de pensamiento político, de una tribuna para ver la vida desde un ángulo distinto a lo que estamos acostumbrados…
Recorro el dial de mi radio portátil y sorpresa, sorpresa, escucho a Michael Jackson al aire, boleros, guaguancó, noticias, el tic tac de una estación que se debería llamar ondas del tiempo o algo similar, mientras frente a la avenida de los Presidentes, Cuba rinde homenaje a líderes como Bolívar, Torrijos o Allende, en una clara coherencia con su sistema.
A un lado de la mesa de trabajo, reposa la edición de Granma, el legendario diario bautizado con el nombre de un barco que trasladó a Castro a una de sus luchas; un impreso a blanco y negro de ocho páginas que refleja algo denominado bloqueo, suena radio Rebelde y los cubanos siguen su cotidianidad, con sabor a dignidad… el curso de periodismo deportivo también vira hacia su destino final y cada periodista presente, percibe la realidad con más herramientas para desafiar al monstruo disfrazado de rating o audiencias en espera de consumir algo más allá de bates y manillas.