Por Cristóbal Bahamondes (Chile) – cristobal.bahamondes.g@gmail.com
Santiago de Chile, 7 de mayo de 2016.- Es casi un hecho: En los viajes poco tiempo queda para la actividad física. Aunque, mejor ser sincero. Para la mayoría queda relegado al final en la escala de prioridades.
Recorrer, descansar, comer y beber son los quehaceres que se roban los días estando fuera de tu país. Pero hace un tiempo descubrí una buena combinación para turistear y realizar deporte: Trotar.
Aquella mezcla la repetí en mi estadía en Cuba. Resultó ideal. Claro, porque las clases, los trabajos y las salidas por la noche habanera dejaban poco margen de acción.
Así que, temprano por la mañana el fin de semana con tenida deportiva salí de la residencia del Costillar Rocinante para dirigirme al Malecón. El reto era llegar hasta la Plaza Vieja.
Eran las 8 de la mañana y ya había runners corriendo. Aunque más había jóvenes y turistas deambulando con resaca tras una larga noche.
Punto negativo para el hermoso trayecto son las zonas con terreno irregular producto de la erosión que causa el mar. Aquello se torna peligroso. De hecho, justamente vi a un runner tropezar y caer al suelo. Debí ayudarlo.
El periplo continuó sin más exabruptos hasta el kilómetro 7, ya que el sol comenzó a mermar mi rendimiento. En los últimos kms bajé ostensiblemente el ritmo. Sin embargo, lo anterior, me permitió contemplar la hermosa sencillez del Malecón.
Me detuve cuando la aplicación de mi móvil anunció 10 kilómetros de recorrido en 55 minutos. Nada mal para la inactividad que arrastraba. Saqué unas fotos para el recuerdo.
Eso sí, no tenía mucho tiempo. Mis compañeros de residencia me esperaban para salir. El apuro y las energías agotadas no dieron para un retorno en trote. El Cocotaxi fue mi elección. Rápido y eficiente. Las aguas cristalinas de la playa Mar Azul me esperaban. El mejor premio.