Los representantes de clubes en la Asociación Paraguaya de Fútbol (APF) bien podrían postularse en las próximas elecciones para ser parlamentarios. Es que reúnen todas las condiciones para ejercer el cargo con la desprolijidad y escasa seriedad que caracterizan a los políticos, salvo contadas excepciones.
Por Gustavo Benítez – gustavobenitez2003@yahoo.com
La imposición que un jugador Sub 20 sea titular en todos los clubes de Primera carece de fundamentos y eso se delató en varios partidos de la primera fecha. Al 50% de los juveniles se los cambió, algunos en tiempo récord. Este hecho evidencia que la reglamentación impuesta por la matriz del fútbol paraguayo se confeccionó al puro estilo de nuestro Parlamento.
En la Divisional Profesional la desprolijidad es la tónica, pues se reúnen para programar los partidos que luego tienen “reajustes”, el año pasado sucedió hasta el cansancio. La “Ley Sub 20” se trató entre cuatro paredes, sin consultas con especialistas ni con los entrenadores de fútbol. Se impuso y se debe acatar, pues su finalidad es la promoción de juveniles que en el futuro integren la selección paraguaya. En este caso se puede pensar en procesos, pero resulta inaplicable, salvo que el juvenil sea un talentoso. Y el que tiene calidad gana espacio en su club y en la selección a base de sus cualidades, no de imposiciones.
En el partido entre 3 de Febrero y Capiatá, los “impuestos” jugaron pocos minutos. El capiateño estuvo en la cancha 10 minutos y el esteño 29; pues los técnicos quieren resultados deportivos no exhibiciones de chico. Los clubes no cuentan con psicólogos para acompañar este tipo de hechos, que generan golpes anímicos, que pueden frustrar la carrera deportiva de los jóvenes, que sobredimensionan la posibilidad de jugar en Primera, un sueño que todos tienen cuando se inician en el apasionante mundo del fútbol.
La sucesión de acontecimientos de esta naturaleza en cada fecha del campeonato paraguayo puede desembocar en la gestación peligrosa de futbolistas frustrados, dado que el talento puede ser desperdiciado, con su consecuente impacto para la vida personal y profesional.
Cómo es posible que doce personas que representan a los clubes no llevan a debates temas tan trascendentes y que afectan los intereses de sus respectivos equipos. Es tiempo que la democracia toque las puertas de la APF e ingrese de la manos de los dirigentes. Alguna vez se debe dejar de pensar en las regalías de la APF a dirigentes como ser pasajes, estadías y los demás “dulces” que suele otorgar para competencias internacionales como Copas América o Mundiales de fútbol.
Estas “facilidades” siempre se hacen a cambio del silencio cómplice o del simple levantamiento de brazos para votar por lo que la “mayoría” considera, pero que a la postre afecta a una generación en cuyas venas fluyen sueños e ideales, sin entrar a tallar las vicisitudes propias del futuro jugador de fútbol como soportaron Nelson Haedo u Oscar “Tacuara” Cardozo.
Es momento de pensar y actuar para el bien colectivo, siempre teniendo como punto de partida el debate y la consulta con entendidos para luego iniciar el proceso en serio. Así, las nuevas generaciones disfrutarán las alegrías del fútbol, a través del cual también se hace patria, y ¡serán gratos!
