Cuba es un país sorprendente, con paisajes sacados de cuentos de otras épocas, calles repletas de gente cálida y alegre, con una riqueza cultural e intelectual increíble, pero por sobre todo lo que más me impresionó fue la forma que tienen para debatir sobre el deporte.
Por Eduardo Rojas (Chile) – eduardorojasherrera@gmail.com
Puede ser de béisbol, que es su deporte nacional y el que más apasiona al pueblo, o también el fútbol que muy lentamente ha ido clavándose en el corazón de los más jóvenes. Lo más importante es hablar de la “pelota” y los cubanos dejan claro de entrada que ellos saben. Pero no con altanería ni sintiéndose superiores, para nada. Lo hacen con argumentos y conocimiento de causas.
Así es como en mi primera visita a La Habana Vieja conocí las famosas peñas deportivas. Un encuentro de decenas de fanáticos del deporte que se reúnen en las plazas a conversar y debatir sobre todos los deportes. Lo hacen de pie y mirándose a los ojos, gritando apasionadamente la táctica que debe ocupar el Barcelona para volver a derrotar y humillar al Paris Saint Germain en la Copa de Campeones de Europa.
Es obvio que hay desacuerdos y el ambiente se calienta a cada segundo, surgen desencuentros, opiniones distintas y negaciones que suben el tono del debate.
Como sudamericano pensé que en cosa de segundos se desataría una pelea de proporciones bíblicas, con puños y patadas como en las películas de artes marciales asiáticas y tendría que arrancar para no recibir algún cariño no deseado ni pagado.
Pero a diferencia nuestra y para mi vergüenza, los cubanos siguieron la discusión y no pasó de eso. Siempre con respeto, escuchando al otro que piensa diferente, esperando el turno para contra argumentar y convencer a la multitud que Mourinho y el Real Madrid tienen el mejor contra ataque del fútbol mundial.
Con eso me quedó claro que la mayor exportación de Cuba no sólo debería ser el ron, los habanos y el azúcar, sino las peñas deportivas que tanta falta nos hacen en Sudamérica.