Gotas de Saber: Vuelta al Sur

Por AIPS América

4 de enero de 2011

Los Juegos retornaron al sur del continente, donde había tenido lugar su nacimiento doce años antes, pero con la diferencia de que el portugués de los anfitriones adquirió el papel de idioma preponderante, como en Buenos Aires y México había sido el español de los locales y en Chicago el inglés.

Por Enrique Montesinos (*)enriquemontesinos@hotmail.com

Ralph Boston en unos de sus saltos sobre 8 metros y los jubilosos integrantes del equipo cubano de béisbol tras reconquistar la corona panamericana.

En la populosa Sao Paulo, desde entonces ya era la mayor urbe de Sudamérica, se congregaron entre el 20 de abril y el 5 de mayo de 1963 un total de 1.784 deportistas de 21 países quienes confrontaron sus habilidades en 22 especialidades deportivas.

Si bien podrá notarse una apreciable merma en la cifra de atletas, debe recordarse que allí se puso en práctica la reducción de tres a dos inscripciones por país en cada una de las pruebas individuales.

La apertura ante 60.000 personas en el estadio Pacaembu recobró el colorido de las ceremonias latinoamericanas, aunque no se produjeron apreciables modificaciones en el protocolo, salvo… el origen del fuego.

Con el alegato de que todos los pueblos tenían el afán de perpetuar su historia, sus tradiciones y valores autóctonos, los brasileños decidieron que la llama tuviese nacimiento en Brasilia, en pleno corazón del país, según los mismos métodos que utilizaban para provocar el fuego —más de un milenio atrás— los antepasados de los indios Carajás, cuyos descendientes fueron encargados de revivir aquel singular ritual.

En cuanto a las acciones competitivas comencemos por el atletismo, que incluyó en su programa la marcha deportiva para varones para sumar 33 pruebas, en las cuales los representantes de Estados Unidos volvieron a darse un banquete adjudicándose 22, una de ellas a cargo del estelar saltador de longitud Ralph Boston, quien con un estilo característico se había adueñado desde 1960 del récord universal con un registro de 8.21.

Boston era también el actual monarca bajo los cinco aros, el mismo 1960 en Roma y después dejaría una estela mágica en la prueba extendiendo el tope mundial hasta 8.35 y codeándose con maestros de la especialidad de la estirpe del británico de estilo elegante Lynn Davies —a quien escoltó en el podio olímpico de Tokio 1964— y el impetuoso ruso Igor Ter Ovanesian, quien le empató el 8.35 antes de llegar al tanque de saltos de México 1968 donde los tres resultaron obnubilados, como todo el público presente y la afición planetaria, por el portentoso brinco de 8.90 a cargo de su compatriota Bob Beamon.

Comentemos ahora del título máximo de la velocidad, perteneciente esta vez a aquel joven debutante en Chicago 1959, de pequeña estatura y cortas zancadas pero con una endemoniada frecuencia de pasos sobre todo en la arrancada, el afamado sprinter cubano Enrique Figuerola, sucesor de Rafael Fortún, quien proporcionó una de las notas descollantes para América Latina junto a la jabalinista chilena Marlene Ahrens única capaz de repetir el éxito de Chicago.

Brasil fue el más dorado en boxeo, aunque con solo 3 títulos de 10, correspondiendo dos per cápita para Argentina y Estados Unidos. En ese ámbito el posteriormente temible pugilismo cubano alcanzó su primera medalla de oro continental en la división de 60 kilogramos gracias a un estilista singular nombrado Roberto Caminero, pero más conocido por “Chocolatico Pérez”, debido al color de su piel y el apellido materno.

En ciclismo hubo repartición de los cinco cetros entre sudamericanos: Uruguay (2), Argentina, Venezuela y el colindante Trinidad y Tobago uno cada uno, mientras Estados Unidos se creció en equitación con todos los triunfos, dominó en clavados, esgrima, gimnasia de ambos sexos, lucha, levantamiento de pesas (donde se estableció un récord mundial en la modalidad de fuerza con alzada de 162.5 kilogramos por parte de José A. Flores, de Antillas Holandesas, en 90 kilogramos).

También resultaron sobresalientes los de Estados Unidos en la piscina de 50 metros, conquistando nada menos que 27 títulos de 28 posibles, además de destacarse igualmente en natación sincronizada remo y pentatlón moderno.

Brasil ganó las competencias de vela y se repartió, con México y Estados Unidos, los honores en tenis, en cuyos courts la mexicana Yolanda Ramírez unió esfuerzos con Francisco Contreras para mantener a su país en la cima de los dobles mixtos, desde 1951.

Luego de miles de disparos de armas de diverso calibre, Estados Unidos exhibió de nuevo su marcada preponderancia en la especialidad de tiro, con 13 victorias de 14.

Sin embargo, esta cita resultó testigo de la aparición competitiva continental de Mario Vázquez Raña, adalid de la Organización Deportiva Panamericana (ODEPA) desde 1975 hasta la fecha, acompañado por su hermano Olegario, mucho más diestro en los trajines del tiro como deportista y por muchos años presidente de la Federación Internacional de ese deporte. Olegario lideró con su cuarto lugar individual al equipo mexicano que obtuvo medalla de plata en la carabina posición tendido, en tanto Mario finalizó en el puesto 11 de la carabina tres posiciones y colaboró al quinto lugar del cuarteto mexicano que también integró Olegario.

Los colores auriverdes tuvieron sonados éxitos en los deportes colectivos, con cuatro coronas de siete: fútbol, las dos de voleibol y la de polo acuático. Se repitió el tradicional copo norteño en baloncesto, en tanto la novena cubana recuperaba la supremacía en el béisbol tras dos contundentes triunfos de 13-1 y 3-1 sobre el subcampeón Estados Unidos, siempre con el estelar lanzador Modesto Verdura encaramado a tiempo completo en el montículo.

A los argentinos se les malogró la cadena triunfal en fútbol de una forma curiosa: ¡sin perder un partido! Empató dos, pero entre ellos el correspondiente con Brasil, escapándosele ante aquél el cuarto título en sucesión.

Por lo que ya se ha visto parcialmente, Estados Unidos apenas mermó su cosecha dorada global con motivo de la reducción de competidores, pues volvió a llegar a tres cifras, con 109 de 158 repartidas, mientras Brasil aprovechaba el patio para colocarse en segundo lugar, con 14, y Canadá irrumpía con pujanza en el deporte continental, situándose tercera, con 10.

Argentina comenzó a mostrar un peligroso declive, cuarto escaño y solo ocho premios máximos, en tanto Cuba, con cuatro, mostró un atisbo de sus avances, colocándose en la quinta plaza.

*MAS GOTAS DE SABER

– En el total de medallas, Estados Unidos ya no pudo llegar a la mitad de las entregadas, con 201 (109-56-36) de 470. Y los canadienses ocuparon el segundo escaño por total de premios, con 62, mejor que el 53 de Brasil y el 42 de Argentina.

– La isla de Barbados debutó en estos Juegos y se ausentaron Bermudas, Haití, Nicaragua y República Dominicana, asistentes a la cita anterior.

– En deportes un debutante distinguido fue el judo, con acciones limitadas a solo tres países, cifra inaceptable hoy día para considerarlo oficial. De las cuatro categorías, Estados Unidos conquistó tres, Brasil la otra y ninguna Uruguay.

– Al llegar la despedida, por otros cuatro años, el momento fue propicio para frases como esta: “Nos veremos en Winnipeg”.

(*) Primer vicepresidente de AIPS América y autor del libro Juegos Panamericanos, desde Buenos Aires 1951 hasta Río de Janeiro 2007.

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