Por Yelimar Requena (Venezuela) – Periodista Joven AIPS América
LIMA, Perú, 29 de julio de 2019.- En sus últimos Juegos Panamericanos, Toronto 2015, la gráfica más recordada ha de ser la de su cuerpo inconsciente tumbado junto a las pesas. Hoy -cuatro años después- Génesis Rodríguez brilló en lo más alto del podio del Levantamiento de Pesas femenino, en la categoría de 55 kilogramos. Saldó una vieja deuda e inauguró de forma magistral el medallero para Venezuela, imponiendo incluso un nuevo récord panamericano.
Nada queda de la fragilidad de aquella escena, en la que permanecía inmóvil en el suelo luego de intentar levantar 106 kilos en su primer turno durante el envión. Mucho menos del positivo por doping que la alejó sorpresivamente de los Juegos Olímpicos de Río 2016 y la hizo pensar en dar un paso al costado. Reinventarse era difícil, pero no había otra opción así que inició de cero y… ¡vaya que valió la pena!
La joven pesista de 25 años, que este domingo se robó el show en el Coliseo Mariscal Cáceres, ni siquiera es la misma que consiguió un par de oros el año pasado en los Centroamericanos de Barranquilla. Su madurez deportiva se traduce en confianza y eso la ayuda a permanecer firme aun cuando sus piernas comienzan a dudar.
En su primer intento logró, con cierta facilidad, alzar 93 kilogramos, pero fueron los 96 de su segunda aparición los que le garantizaron el récord. En total alzó 212 kilos para adueñarse de la ansiada presea dorada y subir a lo más alto del podio que completaron la colombiana Yenny Sinisterra (204 kg) y la mexicana Ana López (202 kg).
Para muchos filósofos del deporte se trata de una contundente revancha que le permitió dejar en el olvido la polémica caída, una de las más impactantes de la historia reciente de la disciplina. Su delegación y los venezolanos presentes en el coliseo compartieron su euforia. Una vez más fue sencillo percibir aquella localía simbólica que los acompaña en Lima.
A la prensa le confesó sentirse emocionada y orgullosa por lo alcanzado, pero –a decir verdad- la declaración más contundente la ofrecieron sus ojos desde lo más alto del podio, justo cuando se escuchaban las notas del himno nacional. Ahí desapareció la euforia y los golpes en el pecho, en ese momento solo podía dirigir sus manos hacia su rostro intentando contener el llanto. Aquellas lágrimas brillaron incluso más que el oro que colgaba en su cuello.
Venezuela se cubrió de júbilo. La primera medalla en los Panamericanos de Lima fue el añorado metal dorado y la historia que hay detrás de él es sencillamente una demostración de la resiliencia que los distingue.
Mayora revivió la gloria
Y como en Venezuela lo bueno se repite, Julio Mayora hizo lo propio y obtuvo la segunda presea dorada del combinado nacional, también con un nuevo récord panamericano.
El varguense, de 22 años, alzó 155 kilogramos en su segundo intento en el arranque e inició una batalla espectacular con el colombiano Luis Mosquera. Por momentos la diferencia era apenas de un par de kilos, pero ya en el envión el venezolano se encargó de marcar distancia.
En su primer intento levantó 185 kilogramos por 175 del cafetalero. Se le veía cómodo y superior, pero sus objetivos iban más allá de ser el primero de la competencia. En la segunda vuelta, se mantuvo más de cinco segundos de cuclillas, buscando fuerza interna para lograr levantar los 194 kilos con los que impuso el nuevo récord panamericano. Ya ahí la competencia era suya.
El colombiano falló sus últimos dos intentos para terminar con 325 kilos y la plata, mientras que el representante de República Dominicana, Julio Cedeño, consiguió un registro total de 318 kilos y se quedó con el bronce.
Mayora, en tanto, coqueteaba con el récord mundial que permanece en manos del asiático, Shi Zhiyong, pero sus piernas no respondieron como esperaba y soltó la barra justo antes de conseguir la hazaña. Y se percibió un suspiro de desaliento en el público que desapareció rápido cuando el pesista sonrío y aplaudió dándose ánimos a sí mismo.
Inició la promesa de que esto es solo el comienzo.