Federico Molinari, el «Señor de las Anillas»

Por AIPS América

28 de enero de 2020

Por Carolina Mitriani – @caromitriani, AIPS Young Reporter 

BUENOS AIRES, Argentina, 28 de enero de 2020.- En Argentina, el aire de la gimnasia artística huele a juventud pero Federico Molinari respira experiencia. Siempre busca ir por más. «Los imposibles ya me di cuenta de que no existen», dice mientras no suelta su medalla -la primera que consigue en su quinto Juego Panamericano- en Lima 2019. La carrera del gimnasta del fin del mundo está en sus últimas etapas pero esto no representa sueños extintos. 

Una vida entre colchonetas

Sus hijos hoy juegan en el gimnasio que hace unos meses tiene funcionamiento en la ciudad de Buenos Aires. Repiten los pasos que él daba cuando niño junto a sus padres. En un país tan interpelado por el fútbol, la familia Molinari irrumpió en el común de las infancias argentinas para marcar un destino en el mundo de las anillas. “La gimnasia artística es mi vida. El deporte es mi vida y la gimnasia artística es lo que hago y lo que sé hacer desde chico, en todos sus aspectos: desde la parte del entrenamiento, la formación y los valores”.

Sus padres son entrenadores en este área, por lo que resultaron la puerta de entrada desde sus primeros pasos en esta disciplina que lo tiene como referente. “Desde chiquito siempre me llevaban al gimnasio y estaba ahí adentro, jugando, dando vueltas y de a poco me fui dedicando más”. El juego de sus primeros años se convirtió en la gran pasión que hoy traslada a sus alumnos y quienes disfrutan cada presentación en la que viste albiceleste. 

Camino a Tokio 2020

La presea de bronce obtenida en los Juegos Panamericanos, el torneo deportivo más importante a nivel continental, no sólo es histórica para su carrera sino que a nivel nacional reviste un logro que quedará asentado: sólo existe como precedente una plateada conseguida por Sergio Alvariño en Winnipeg 1999. 

El torneo disputado en Lima 2019 le dio la posibilidad de asistir el campeonato mundial en Stuttgart. En su más reciente desafío no consiguió el objetivo principal pero marcó nuevamente un momento histórico para la disciplina en Argentina. Sólo 0.666 de diferencia en su puntaje lo alejaron -momentáneamente- del sueño olímpico que se gesta en Tokio 2020, quedando entre los diez mejores atletas a nivel global en anillas. 

Su carrera va a contrarreloj y lo sabe. Aún así, los 36 años no significan un freno hacia la que sería su última gran presentación vistiendo los colores celeste y blanco. No es utópico pensar en los pasajes hacia el continente asiático después de la gran actuación en Alemania. Los cinco anillos están muy cerca y no planea abandonar el camino hacia ellos. Su nivel deportivo persiste con el paso del tiempo, reconociendo como mejor aliada a su cabeza. El objetivo es repetir en los próximos Juegos Olímpicos la hazaña conseguida en Londres 2012 -donde se convirtió en el primer gimnasta argentino en disputar una final olímpica- y, por qué no, superarla. 

El arduo entrenamiento físico y la incorporación de nuevas conductas en su día a día marcan el ritmo del principal objetivo. Las lesiones jugaron un papel contraproducente en varias oportunidades en las que soñaba con la clasificación hacia los Juegos Olímpicos pero esta vez es distinto. “Muchas lesiones crónicas, de muchos años de trabajo pero nada que me impida seguir haciendo mi rutina de anillas. Más que nada, ya es una cuestión de edad”, mencionaba en exclusiva a AIPS en los últimos panamericanos celebrados en Perú. 

Por cuestiones físicamente lógicas, la fuerza no es la misma con el correr del tiempo pero su experiencia en el mundo de los grandes torneos continentales -cinco ya, con Santo Domingo 2003, Río de Janeiro 2007, Guadalajara 2011 y Toronto 2015- lo motivan a realizar actividades adicionales para poder estar lo mejor posible, amoldando su cuerpo a la realidad actual. “Me gusta trabajar con desafìos complicados y voy por eso. Voy a tratar de matarme para estar”, menciona Federico al respecto. El esfuerzo es parte del recorrido y también la recompensa que espera para el gran cierre de su carrera. 

El amor después del amor

Todo deportista que vive el alto rendimiento necesita estar consciente de sus posibilidades temporales de persistir en ese nivel y Federico Molinari tiene absoluta noción de ello. Tiene iniciado el recorrido para cuando el desempeño de elite pase a segundo plano. Sostiene su pasión por la gimnasia a través de tres escuelas formativas de gimnastas. Allí, además de divertirse con los ya clásicos desafíos en redes sociales, se desempeña como coordinador y gerente, sumando su conocida efectividad de entrenador. 

Julián Jato es de sus máximos representantes en la pedagogía de la gimnasia. 13 años de entrenador-alumno componen un lazo que va más allá de lo atlético. El deporte forjó una relación “medio de padre también”, confiesa Federico, además de compañero de equipo en la actualidad. Momentos difíciles les tocó vivir en Lima, cuando en el debut de la selección Jato sufrió una sorpresiva y grave lesión. El rol de entrenador primó por sobre el de par y sirvió de sostén para días de incertidumbre y ansiedad, cumpliendo su papel -junto a Nicolás Córdoba- de los más experimentados a la hora de llevar calma y compañía. “Tratar de ir marcando un camino y que ellos sean el futuro de la selección de gimnasia” sostiene como las funciones que lo comprometen por fuera de las actuaciones deportivas propiamente dichas. 

Futuro albiceleste

Su mirada en las futuras generaciones de la gimnasia es muy esperanzadora y cuenta con sustento en la actual selección argentina, que a lo largo y ancho del mundo protagoniza excelentes actuaciones a través de la juventud que la conforma. A este gran presente nacional augura más crecimiento: “en Argentina tenemos una linda camada de chicos que vienen ahora, que son juveniles y pasan a mayores; se van a complementar con los más jóvenes de este equipo. Quizás podamos hacer algo lindo con ese grupo y después a seguir trabajando, a seguir generando gimnastas.” 

El sueño a la vuelta de la esquina

“Tengo mucho para dar todavía”, recuerda. El comienzo del año olímpico lo encuentra disfrutando de la familia y el entrenamiento. “Tarda en llegar y al final hay recompensa”, reza un clásico argentino. Recientemente celebró su cumpleaños número 36 y la cuenta regresiva para alcanzar su obsesión está cada vez más cerca de cumplirse. Con Tokio 2020 a la vista, Federico Molinari demuestra que el tiempo es su desafìo favorito.

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