Está pasando y poco es lo que se hace para mitigar el impacto, sobre todo eso, mitigar el impacto, que los desmanes en los estadios, parte por el comportamiento de las barras…parte por el acaloramiento de jugadores y protagonistas del espectáculo.
Los más reciente acontecimientos nos llevan a pensar y analizar sobre las medidas preventivas, las sanciones y las consecuencias que se producen en la sociedad, tras un incidente, leve o grave que se presenta en un estadio de fútbol.
Durante el último mese se han presentado hechos lamentables, bochornosos, vergonzosos, castigables y causales de censura. Primero, un arquero, el polémico y acalorado DIBU de la selección argentina cuyo actuar es fiel reflejo de su propio proceder, de su intolerancia y de sus actuaciones desafortunadas. En Barranquilla no tuvo el menor recato para agredir sin justificación a un camarógrafo que estaba ejerciendo su trabajo.
En Madrid, hace poco un par de semanas en desarrollo del juego entre el Real y el Atlético, hinchas desadaptados lanzaron objetos hacia la cancha los cuales pudieron causar lesiones a jugadores e incluso al público.
Ecuador no ha sido la excepción con ocasión de un juego amistoso, escuche bien, “amistoso” entre los selecciones sub 16 de Ecuador y Argentina, jugadores de ambas escuadras se trenzaron en batalla campal, El partido fue a puerta cerrada, por lo que no estuvieron los medios ni público, pero sí algunos familiares, que también terminaron en la pelea, según se pudo ver un video difundido en redes sociales. Los jugadores se golpearon con puños y patadas y todo escaló cuando un futbolista ecuatoriano agarró el banderín del tiro de esquina para perseguir a los jugadores rivales.
Y qué decir de lo ocurrido en Medellín durante el juego entre Atlético Nacional y Junior de Barranquilla, juego que debió ser suspendido debido a los hechos violentos protagonizados por integrantes de las barras de ambos equipos, ocasionando una estampida que dejó más de una veintena de personas heridas.
Ya se hace histórico el vandalismo que se ha tomado los palcos, así como el acaloramiento entre jugadores que terminan en disputas, agresiones y hasta hechos violentos que obligan a suspender los partidos.
Hoy para adquirir el boleto y asistir a un partido de fútbol tenemos que pensar dos veces si vale la pena poner en riesgo la vida y la integridad de quienes aman el fútbol.
Aunque se vienen tomando medidas como la sanción de dos fechas al arquero de la selección argentina o el cierre del estadio de Medellín al público durante otras tantas fechas y la prohibición a las barras contrarias al equipo local para lo que falta del 2024 y todo el 2025, se hace indispensable que existan medidas más drásticas.
Un ejemplo claro ha sido la sanción de por vida a uno de los desadaptados que lanzó objetos a la cancha de Madrid en España, en el juego entre el Real y el Atlético; El socio perdió su derecho y quedó expulsado definitivamente. Sanción ejemplar para la seguridad en el fútbol a la cual debían prestar atención autoridades deportivas de otros países.
El espectáculo que quiere la afición es el de la tranquilidad y la seguridad en los estadios, puesto que no se trata de una guerra entre jugadores, ni batallas campales en las tribunas donde hace escuela el espectáculo de puños, patadas y armas.
Mucho se habla de convivencia y paz, de comités para la vigilancia y control, de llamados a la tolerancia, a vivir el espectáculo en paz, pero del dicho al hecho el camino se oscurece y pocas son las soluciones para un conflicto que cada día cobra heridos y víctimas inocentes.
Aplauso para la medida tomada en Argentina donde se sancionó la ley por la cual no se permite el acceso de barras contrarias a la del equipo local en todos los partidos de los campeonatos oficiales. desde entonces, según los reportes, la paz y la seguridad volvió a los estadios.
Atención y cuidado señores gobernantes. Si bien el fútbol es negocio privado, los escenarios, por lo menos en Colombia son públicos y es allí donde deben intervenir de manera estricta y sin contemplaciones las autoridades de todo el mundo.
La sociedad reclama a gritos el regreso de la tranquilidad al fútbol en sana convivencia, donde los padres puedan llevar a sus familias con la seguridad de asistir a un momento de alegría y pasatiempo para animar al rival, pero respetando derechos.
Que las barras, sean eso, barras amigables en defensa de los colores de su preferencia con tolerancia hacia quien porta la camiseta y la madera del adversario.
No más paños de agua tibia, ni consideraciones con los desadaptados y vándalos que se hoy se toman los estadios. La afición reclama más medidas de fondo y como en el caso de España, expulsión de por vida a quien ocasione estos actos vandálicos.
JAIRO GIRALDO JIMENEZ
Editor www.aips-america.com
ACORD COLOMBIA