El sábado 27-04-13, la Argentina vivió una jornada boxística singular en la que más allá del resultado de una pelea de título del mundo que mantuvo el carácter de campeón del defensor del cetro de los medianos, el crédito local Sergio “Maravilla” Martínez frente al retador británico Martin Murray, registra connotaciones singulares, algunas incluso inéditas y todas demostrativas de un aprecio y una plena identificación del publico porteño con el apasionante deporte de los puños.
Por Pedro García Garozzo – pggsport@cdfenix.com.py
Esta disciplina, que vivió sus más épicas jornadas en el emblemático estadio Luna Park, pocas veces precisó emigrar a un recinto mayor, al ser de por sí un aforo más que propicio el que ofrece el popular coliseo de la calle Corrientes, en el corazón mismo de Buenos Aires.
Es por eso, que no completan una decena, los festivales que buscaron un escenario de mayor aforo, como los estadios bonaerenses de La Bombonera de Boca, el Monumental de Núñez de River o el Gasómetro de San Lorenzo. A la estrecha lista se suman también las mayores plazas del interior, el Malvinas Argentinas de Mar del Plata y el Chateau Carreras de Córdoba.
La velada no solo introdujo por primera vez al mundo del boxeo a una gran plaza balompédica como el José Amalfitani de Velez Sarsfield, sino a relatores de futbol y radioemisoras que no realizan transmisiones de boxeo habitualmente. Y la TV Pública que emitió el gran duelo, contrató nada menos que al ex gran campeón mundial, el mexicano José Pipino Cuevas, como comentarista del relator Osvaldo Principi.
Más de 30.000 espectadores – cifra record en materia de asistencia en el boxeo en el país – siguieron el espectáculo sin importarles la inoportuna lluvia que obligó a la suspensión de un par de combates en una gigantesca programación que comenzó bajo los rayos del sol en horas de la tarde.
En materia de impacto popular, la anunciada como “Pelea del año” superó todas las expectativas. Por contrario imperio, el desempeño de quien fue capaz de constituirse en el más poderoso imán boxístico de atracción de la actualidad en la Argentina, fue diametralmente opuesto. Martínez dejó muchas dudas sobre su futuro a los 38 años. Bajó del ring con el rostro tumefacto, la rodilla derecha operada no recuperada plenamente, la mano izquierda fracturada y un resultado que si bien los jurados le concedieron, no reflejó lo que ocurrió en el cuadrilátero, en el que su gran guapeza y corazón no fueron suficientes. El mejor fue Murray. Pero no supo capitalizar su dominio al marcar una diferencia estrecha que no es el ideal margen para un retador y para más visitante.
Ya anunciaron los manejadores de Martínez que no volverá a boxear en lo que resta de la presente temporada y en vísperas de cumplir 39 años (los que celebrará el 21 de febrero venidero) y con una condición física visiblemente disminuida, la del sábado puede que marque el punto final de una gran carrera, que fue capaz de hacer rebrotar el antiguo romance del gran público deportivo argentino con el boxeo, merecimiento que lo ubica entre los grandes ídolos pugilísticos de un país que ha producido numerosos campeones, pergaminos que por cierto, deberá cuidar mucho de no empañar.