La Habana, Cuba, 8 de abril de 2014.- Ya pasaron 6 días de curso y 9 de vida en Cuba. Aún sigue pareciendo un sueño, una utopía el estar viviendo está realidad.
Por Ernesto Ruiz Ramos (Argentina)
Llegamos con páginas en blanco de un libro que pretende ser épico, para no solo enriquecerse uno mismo sino a los compatriotas que tengan la oportunidad de compartir nuestra experiencia al volver.
La realidad supera la imaginación y en este caso no fue la excepción. Desde el primer día, el primer minuto nos atreveríamos a decir, las sorpresas (de las gratas) no tardaron en aparecer. La cultura cubana posee una magia en cada esquina; intentar explicarla en estas pocas líneas sería egoísta.
La tolerancia por el pensamiento distinto, sin dudas se lo expresa en el “beisbol” (porque así lo llaman ellos) su deporte rey. Las discusiones en las gradas colmadas son frecuentes pero nunca violentas. Si en nuestro país se logrará esto, hoy disfrutaríamos de ambas hinchadas en los estadios.
La solidaridad con el desconocido es elogiable. Sin interés alguno son guías de lujo, mostrando su realidad, la que aman, la que heredaron y defienden claramente en su canción patria donde expresan “no temaís una muerte gloriosa, que morir por la patria es vivir”.
Y por supuesto es imposible eludir el tesoro que uno se lleva en el intercambio cultural. El compartir con personas de otros países, que en ocasiones, la creencia general los imagina casi unos enemigos por sucesos del pasado; y al conocerlos se puede afirmar que ese pensamiento es erróneo, para certificar sin dudas que acá llegamos como desconocidos llenos de prejuicios y nos iremos como amigos.
Cuba más allá de conocimientos técnicos nos enseñó que a pesar de las diferencias podemos convivir, defendiendo lo propio y respetando lo ajeno. Además soñando a cada instante porque José Martí lo decía “con los pies sobre la tierra y las alas en la espalda”.
Cuando el 12 nos despedamos, podremos decir que más allá de mejores periodistas, regresamos siendo mejores personas. Y que aquel libro que iniciamos, tendrá un epílogo con cierre maestro y bañado en páginas doradas. Solo anhelamos que Argentina lo lea, entienda y aplique.