Por Carolina Mitriani (Argentina) – AIPS Young Reporter
El deporte configura uno de los grandes estandartes históricos de inclusión social y bienestar físico-mental para el desarrollo de las comunidades, a lo largo y ancho del planeta. Los debates en torno a este espacio son tan múltiples como los tópicos que atraviesan la vida en sociedad y las luchas que en ella se levantan. La comunidad trans argentina enfrenta un momento crucial y busca el cese de la discriminación en todos los ámbitos, incluyendo el deportivo.
SAN NICOLÁS, Buenos Aires, 9 de noviembre del 2020.- Ser deportista trans en Argentina implica enfrentarse a una puja entre los deseos personales y los prejuicios sociales. La autopercepción se sube al podio en la búsqueda de equidad de derechos. En consecuencia, la construcción del ser binario se encamina a lo obsoleto. Es el punto de partida de luchas que buscan romper el viejo paradigma de la reducción socio-cultural de lo femenino y masculino como únicas formas de contemplar los géneros. Pero ¿qué pasa cuando las hormonas y la autopercepción de género representan barreras para el ocio y la competencia deportiva? Las personas transgéneros buscan su lugar en las canchas albicelestes pero los cuestionamientos siguen ganando por goleada.
Conceptos de la nueva era para las identidades de siempre
Su manera de identificarse no depende del sexo que la biología les asignó desde el nacimiento sino que toman como estandarte la autopercepción por fuera de los límites de la genitalidad. Quienes no se sienten dentro del universo heteronormativo cis siempre plantaron bandera para su visibilización, con el orgullo y unión como respuestas a la discriminación. Desde -al menos- la década de 1950 se identifican con palabras que enmarcan sus elecciones y ayudan a conocer cómo dirigirse hacia ellos, ellas y elles: travestis, transmasculinidades, transfemeneidades, no binarios o intergéneros. La vestimenta, las costumbres, el destino de su amor y afecto, el lenguaje y la forma de materializar sus deseos y proyectos son acompañados por la libertad de desprenderse de conceptos reduccionistas.
Un debate de incipiente germinación
La comunidad trans es en Argentina el colectivo más vulnerado. En la tierra del fin del mundo, su expectativa de vida ronda los 35 años, por debajo de la mitad de la del resto de la población. La falta de acceso equitativo al sistema sanitario, habitacional y laboral, junto con la discriminación y los consecuentes crímenes de transodio, significan factores determinantes en el deterioro de su calidad de vida. Por estos motivos, el deporte se refuerza como un necesario espacio de encuentro, construcción de lazos y beneficios físico-mentales para quienes son excluidos y excluidas de actividades cotidianas.
Algunos de ellos y ellas optan por aplicar a través de terapias de hormonización y cirugías la rectificación de identidad. En Argentina se otorga de manera gratuita desde el año 2012, tras la sanción y promulgación de la Ley 26.743 de Identidad de Género. Esta ley de avanzada permite también la complementación de manera legal y jurídica con la rectificación en su documento nacional de identidad y partida de nacimiento.
Además de la ley nacional, a nivel provincial en Buenos Aires existe la Ley de Identidad de Género en el Deporte, que indica en su primer artículo que “toda persona tiene derecho al desarrollo actividades deportivas conforme a su identidad de género”.
Ambas se encuentran bajo el abrigo e inspiración de la Comisión Internacional de Juristas y el Servicio Internacional para los Derechos Humanos. Corría el año 2007 cuando el Consejo de Derechos Humanos de la ONU resolvió la implementación de los Principios de Yogyakarta. En los mismos se plantea que «la orientación sexual o identidad de género que cada persona defina para sí, es esencial para su personalidad y constituye uno de los aspectos fundamentales de la autodeterminación, la dignidad y la libertad. Ninguna persona será obligada a someterse a procedimientos médicos, incluyendo la cirugía de reasignación de sexo, la esterilización o la terapia hormonal, como requisito para el reconocimiento legal de su identidad de género”.
La Carta Olímpica toma a la identidad sexual dentro de las consideraciones esenciales del movimiento, además de definir dentro de sus siete principios fundamentales a la práctica deportiva como un derecho humano. En su artículo cuatro expresa que “toda persona debe tener la posibilidad de practicar deporte sin discriminación de ningún tipo y dentro del espíritu olímpico, que exige comprensión mutua, espíritu de amistad, solidaridad y juego limpio”. Además, en el sexto ítem se especifica acerca de la garantía expresa de disfrutar los derechos y libertades citados “sin ningún tipo de discriminación, ya sea por raza, color, sexo, orientación sexual, idioma, religión, opiniones políticas o de otra índole, origen nacional o social, riqueza, nacimiento u otra condición”.
En el año 2003, el Comité Olímpico Internacional exigía un proceso quirúrgico de rectificación de género y dos años de proceso de hormonización para quienes decidieran participar sin la designación sexual dada en su nacimiento. Desde Noviembre del 2005, existe un nuevo marco, aunque continúa siendo restrictivo: el COI propone que quienes se incluyan en el colectivo transfemenino deberán comprobar a través de testeos un nivel de testosterona -hormonas masculinas- bajo los diez nanogramos por mililitro de sangre. Esto debe sostenerse durante todo el año previo a la competencia. Además, el género manifestado por el o la atleta no podrá ser modificado por al menos un período de olimpíadas para sostener su validez competitiva. En el caso de transmasculinidades no se requiere ningún chequeo médico especial.
Estos marcos legales, recomendaciones y normas suponen un importante cambio de paradigma. Resultan fundamentales para disminuir las brechas de acceso a herramientas sociales. La implementación de las mencionadas leyes lograron que Argentina se convierta en el primer país del planeta en valorar la percepción de la comunidad trans bajo el amparo jurídico. Pese a esto, es evidente en lo cotidiano que el camino por recorrer es largo y lo conseguido aún resulta insuficiente.
Desde el colectivo LGBTIQ+ argentino
La Federación Argentina de Lesbianas, Gays, Bisexuales y Trans promueve un espacio en particular para la práctica deportiva: la Secretaría de Deportes y Actividades Físicas de la FALGBT. Esta organización nació en el año 2005, en los ya habituales festejos del Día Internacional del Orgullo LGBTIQ+. Entre sus actividades se destaca la elaboración de programas deportivos y acciones que contribuyen a la inclusión social y el respeto.
Desde la agrupación han acompañado en cuestiones judiciales para la participación en competencias. “Gente deportista trans, en nuestra organización, hay mucha. Es a las mujeres trans a las que complican, no a los hombres trans”, resalta el secretario de deportes de la FALGBT, Juan Pablo Morino. Ellas enfrentan el gran peso de los prejuicios acerca de sus cuerpos. Esto es marcado como el único ítem para la exclusión, dentro de las habilidades que la práctica deportiva requiere. “Hay un montón de cosas que hay que tener en cuenta, como el juego en equipo y no solo la fuerza física o la contextura. Pero bueno, ese es el justificativo que ponen aquellas personas discriminatorias que no quieren que las mujeres jueguen”, sostiene su máximo referente dirigencial. Para ejemplificar lo paradójico de los parámetros, pone sobre la mesa el caso de Lionel Messi, quien desde niño cuenta con características corporales que lo ubican por fuera de la media de los futbolistas cis.
La FALGBT cuenta con un convenio firmado con el Estado, bajo la órbita del Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (INADI) para realizar capacitaciones en clubes y federaciones deportivas. “No todos los deportes son iguales. En particular, el taekwondo dio un pasito adelante. Después hay otros equipos de primera división, de fútbol por ejemplo, que tienen su área de género y diversidad pero la comisión directiva todavía ni se enteró”, informan desde la federación de diversidades. Rosario Central y Gimnasia y Esgrima de La Plata son los únicos clubes de ese sector que pudieron realizar las charlas antes del comienzo de la pandemia de Coronavirus.
En contraste con el accionar positivo de la Confederación Argentina de Taekwondo, el hockey se ubica como el deporte más restrictivo para el acceso de atletas trans. Algo llamativo porque dentro de los deportes con mayor presencia de este colectivo se destaca el seleccionado argentino LGBT formado por mayoría de mujeres trans y teniendo al menos a 15 de ellas en competencias a nivel provincial y federado. Sin embargo -y pese a su buen rendimiento- la Confederación Argentina de Hockey sostiene conductas discriminatorias. “Nunca la CAH se unió con las chicas para hacer algo. Todo lo contrario”, expresó Morino.
Para fomentar la participación de las diversidades de género y unir a los y las atletas, la FALGBT organiza el “Torneo Nacional por la Inclusión”. En el año 2018 tuvo una edición histórica al fusionarse con el evento “Orgullo BA”. Contó con más de 850 deportistas de Argentina, Chile, Uruguay y Brasil. Las actividades se desarrollaron en la emblemática casa del deporte argentino: el Centro Nacional de Alto Rendimiento Deportivo (CeNARD). Para dicho encuentro, cada confederación debía dar el aval para la utilización de las canchas que tienen a su cargo. Ocho disciplinas fueron las que cedieron por solicitud sus espacios para la recreación. Sólo el terreno del hockey demoró su habilitación, que llegó dos semanas antes de los partidos. El éxito del encuentro derivó en un nuevo torneo al año siguiente, teniendo a la ciudad de Corrientes como su sede. En este 2020, como la gran mayoría de las actividades, la pandemia obligó a la suspensión de la convocatoria pero continuó con sus ciclos de comunicación e interacción a través de la virtualidad.
Desde la FALGBT denuncian que, pese a todo el trabajo que se efectúa desde diferentes áreas y agrupaciones, es frecuente la presión y discriminación que sufren las atletas trans a la hora de participar en equipos por fuera de su organización. Entre los casos más emblemáticos, se destacan el de Mara Gomez y Jéssica Millamán. Mara se sometió al pedido de análisis médicos para convertirse en la primera mujer trans del fútbol argentino de primera división, en el equipo femenino de Villa San Carlos. “Lo lógico, dado que hay una Ley de Identidad de Género, es que ella litigue para que le permitan jugar. Pero como lo único que quería era jugar y sabía que sus niveles de testosterona eran bajos, no le importó que la patologicen”, explica Juan Pablo Morino. El caso de Jéssica es totalmente distinto -al igual que el de Zaira Millaqueo– porque necesitó de la intervención judicial para acceder a la práctica de hockey. El histórico fallo, que resultó a su favor en el año 2016, indica en el cierre: ”…se resuelve en calidad de medida preventiva urgente (art. 26, ley 26.485) que la Asociación Amateur de Hockey sobre Césped y Pista del Valle de Chubut fiche dentro del plazo de 24 hs. a la Srta. Jessica Millamán y acredite ante este Juzgado su cumplimiento, bajo apercibimiento de imponer una multa diaria de $30.000 a cada uno de los miembros de la Junta Directiva.“
En la actualidad, en Argentina la participación en eventos deportivos sin la intervención de análisis y prácticas médicas invasivas puede llevarse adelante pero requiere aún del amparo legal. Los fallos que resultan positivos pueden dar lugar al desempeño sólo en términos locales, puesto que el Comité Olímpico Argentino toma como norma la recomendación emitida por el COI. En este sentido, desde la Secretaría de Deportes de la FALGBT no auguran un cambio en el corto plazo. Su dirigente plantea “siempre hubo que luchar para visibilizar la comunidad LGBT” en este ámbito. Para el plano del alto rendimiento deportivo, considera como el mejor de los escenarios que el COI utilice prioritariamente las leyes de identidad de género para los comités de países en los que existan.
La lucha del colectivo de travestis, transexuales y transgéneros lleva años abriendo caminos en la ampliación de derechos. Bajo la consigna “Nunca menos que la igualdad” avanzan por la conquista de espacios que no fueron gozados por generaciones anteriores. El deporte argentino sigue en deuda con elles.