Por Andrea Hernández (Chile) – Periodista Joven AIPA América
LIMA, Perú, 1 de agosto de 2019.- Gabriel está expectante en la banca, listo para ingresar cuando el técnico se lo indique. Hace 48 años que Chile no participaba en Panamericanos en el Voleibol Masculino y él con sus compañeros están marcando un precedente no menor. Entrenamiento, familia y kinesiología. En eso piensa Gabriel Araya cada vez que cosecha un triunfo.
El duelo está infartante: bloqueos, saltos y remaches. Cuando Gabriel ingresa, Chile concreta el punto número once del segundo set. Sale cuando su labor de estar pegado a la malla termina. A diferencia de muchos, él tiene una gran ventaja: no importando que su equipo pierda, su conocimiento sobre el cuerpo humano prevalecerá.
Está empapado de sudor y todo, desde su postura hasta su voz, denota cansancio. Pero de eso sí que sabe. Su carrera deportiva comenzó cuando estaba en el colegio Sagrados Corazones de Santiago, específicamente en octavo básico. Jugó durante toda la enseñanza media, lo que le permitió escalar directamente a la selección chilena cuando un entrenador de su colegio lo invitó a probarse en una escuela de verano. Desde entonces no ha parado.
«Siempre fue un hobbie. De hecho, entré a jugar voleibol porque un amigo me dijo que no tenía con quién jugar en el colegio y ahí dije dije ‘bueno, juguemos con él, tengo tiempo'».
Su nivel lo llevó también a ser seleccionado de la Universidad de Chile una vez que entró a estudiar kinesiología en la Casa de Bello. «Me encanta en verdad tener otro equipo aparte de la Selección (chilena), pese a que tenemos los mismos compañeros desde hace ocho años, la misma base. En la universidad lo paso muy bien, es otro nivel, es otra expectativa», agrega.
La clave principal es ser organizado. A sus 23 años, cursa el octavo semestre de la carrera de Kinesiología. Su vida se mueve entre viajes, clases y entrenamientos. «Muchas veces tengo que salir antes de clases para llegar a la hora a entrenar, muchas veces tengo que llegar tarde a clases porque vengo de entrenar». Es por ello, que la coordinación que sus profesores se hace fundamental para que su rendimiento, en lo que a la actividad muscular respecta, sea óptimo dentro y fuera de la cancha. En oportunidades, arriba a Chile y rinde todos los certámenes juntos.
Lo que aprende en el aula, lo lleva a la cancha. «Es entretenido en verdad, porque puedo ver todo lo que me pasa en clases. De repente en la cancha veo otras cosas también. Por eso mismo a veces llevo preguntas a clase», reflexiona.
Hace años que no sufre lesiones. La última ocurrió cuando cursaba la enseñanza media. En cuanto a la aplicación de sus conocimientos en el plantel, Gabriel elige no ser tan partícipe a diferencia de sus bloqueos en cancha. «Prefiero no meterme mucho y darle autoridad al kinesiólogo que tenemos. Si él necesita ayuda, lo ayudo con lo que sea. Le hago preguntas a él también», explica. Por último, el estudiante de kinesiología comprende el valor de estar disputando los Panamericanos de Lima 2019, más no siente -ni él ni su equipo- presión por lo que puedan hacer. «Como equipo hemos hecho muchas cosas que antes no se había hecho, entonces no hay una presión extra. Sino que era un campeonato que teníamos que jugar como sabemos jugar», comenta en la previa al duelo contra Brasil.