Por Enrique Montesinos Delvaty – enriquemontesinos@gmail.com

Usaín Bolt y la posta jamaiquina ganadora del oro en los 4×100 metros.

Río de Janeiro, Brasil, 19 de agosto de 2016.- La que dentro de muchos años seguramente será recordada como la épica de Usain Bolt, o la leyenda de las tres tripletas se concretó este viernes 19 de agosto bajo una luna llena que bañaba el estadio olímpico carioca y ante el éxtasis de miles de presentes y millones de aficionados en todo el planeta.

Constituirá siempre uno de los mayores privilegios en la historia del deporte haber coincidido en la época de este genial corredor, cuyo magnetismo personal genera espontánea atracción y admiración inclusive entre las multitudes ocasionales surgidas por el carácter mediático de la alta competición.

En el capítulo de rendimiento, no se puede ocultar la falta de progreso, pero destaca la mantención de un nivel tan elevado como suficiente para mantener su hegemonía ante los rivales de turno. Aseguran los científicos de la cultura física que la velocidad es la primera cualidad que pierde el ser humano con el paso del tiempo.

A sus tres décadas de vida, que redondeará precisamente en la dominical clausura de Río 2016, Bolt ganó los 100 metros en 9.69 en Beijing, rebajó a 9.63 (récord) en Londres y ahora le bastó con 9.81. En el doble hectómetro la secuencia fue así: 19.30 (record), 19.32 y 19.78. El relevo muestra los parciales de 37.10, 36.84 (record) y 37.27.

Bolt tiene una aureola mágica que envuelve hasta sus contrincantes. Más de una vez Justin Gatlin se ha engarrotado en el momento decisivo mientras el jamaicano se desplaza con total soltura y ligereza. En las semifinales de 200 metros se vió al canadiense André de Grasse juguetear con el jamaicano llegando juntos a la meta, uno en 19.78 y el otro en 19.80.

Cualquiera pudo pensar que el talentoso rival pondría picante a la final y obligaría a Bolt a otro crono superlativo. Pero cuando llegó la hora de la verdad el canadiense fue otro y lejos de arañar la investidura del campeón tuvo que dedicarse a luchar por ser segundo. Llegó jadeante a la meta en 20.05.

NURMI, LEWIS Y EURY, INOLVIDABLES PRECEDENTES

Todavía no es el mayor ganador de medallas olímpicas. Lo es de este siglo y milenio. El más importante del momento. Pero no debemos soslayar a los fenomenales precursores que recoge la historia en sus respectivas épocas.

El finlandés Paavo Nurmi capaz de conquistar doce medallas en carreras de fondo, nueve de oro y tres de plata, entre los Juegos de 1920 y 1928. Sobresalió especialmente en París 1924 donde colgó cinco de golpe a su cuello, incluidas las de 1.500 y 5.000 metros con apenas una hora y media de separación.

Ray Eury (EE.UU.), en los tiempos del salto con altura sin impulso.

La leyenda Carl Lewis, que en carreras y saltos sumó diez medallas, nueve de oro y una de plata, repartidas en 100, 200, 4×100 y longitud desde los Ángeles 1984 hasta Atlanta 1996.

Y otro estadounidense también multifacético de los albores del siglo XX, Ray Eury, el hombre de los saltos sin impulso que fueron descontinuados. Una máquina de ganar oros entre 1900 y 1908, con ocho en altura, longitud y triple. Algunas fuentes le totalizan diez y lo consideran máximo ganador individual por dos más en la edición especial olímpica de 1906, conmemorativa de la primera década del restablecimiento de los Juegos.

Eury es el único antecedente de Bolt en cuanto a tripletas consecutivas, con dos. Hizo las de altura, longitud y triple. Y no fueron tres igual que las acabadas de rubricar en Río 2016 debido a que sacaron al triple salto con impulso del programa de los Juegos de Londres 1908, como lo habian hecho para la edición especial de 1906.

Los estadísticos de la IAAF lo reconocen como el inigualable hasta nuestros tiempos con dos cadenas de cuatro títulos consecutivos, pues añaden los Juegos de 1906 en homenaje a la década, pero es inferior la cantidad de años en total. ¿Conseguirá Bolt ser aunque sea llegar una vez a cuatro títulos? Para ello tendría que prolongarse hasta Tokio 2020, a los 34 años, que en esta época no es fantasía, vaya usted a saber por cuales causas. Le tocará decidir a él.

LOS ÚNICOS TETRACAMPEONES; ¿LLEGARÁ BOLT?

Alfred Oerter (EE.UU.) ganó cuatro veces el oro olímpico en el lanzamiento del disco.

Los únicos tetracampeones entre olimpiadas de cuatro años son igualmente estadounidenses: Alfred Oerter, quien puso a volar el disco más lejos que nadie durante doce años, desde Melbourne 1956 hasta Ciudad México 1968, y el “Hijo del viento” Carl Lewis, cuyos superlativos estiramientos en el salto de longitud resultaron inalcanzables entre 1984 y 1996.

Que hayan alcanzado cuatro medallas individuales en otras tantas ediciones, aunque no todas de oro, es un signo de plenitud deportiva. Lo atesoran Vladimir Golubnichi, marchista, Víctor Saneiev, triplista, ambos de la época de la Unión Soviética y el jabalinista Checoslovaco Jan Zelezny.

Golubnichi se mantuvo en la élite de la marcha deportiva sobre 20 kilómetros en la década de los años 60 del pasado siglo. Ganó en Roma 1960, se bronceó en Tokio 1964, volvió a lo más alto del podio en el encuentro latinoamericano de México 1968 y concluyó plateado en la germana Munich 1972.

Saneiev fue un azote de sus oponentes, quienes no podían levantar cabeza ante sus saltos. Hilvanó los éxitos de México 1968 (record mundial de 17.39), Munich y Montreal, concluyendo con el subtítulo de Moscú 1980.

Y Zelezny, el hombre al que poco le faltó para batir la infranqueable barrera de los 100 metros al lanzar en mayo de 1996 el vigente record mundial de 98.48, arrancó con el subcampeonato en Seúl 1988, el título en Barcelona y nadie pudo destronarlo hasta su adiós en Sydney 2000, del podio, pues todavía alcanzó el noveno lugar en Atenas 2004.

TRICAMPEONES FALLIDOS EN RÍO

El primero en alcanzar tres oros de manera consecutiva fue el martillista de Estados Unidos John Flanagan, quien eslabonó la cadena entre 1900 y 1908. Además de Saneiev y Zelezny, alcanzó tan prominente distinción el polaco Robert Korzenioski, en los 50 kilómetros de caminata efectuados desde 1996 hasta el 2004.

El único atleta del sector varonil que podía sumarse en estos Juegos de la XXXI Olimpiada Río 2016 era otro polaco, Tomasz Majewski (lanzamiento del peso), un competidor muy dedicado al sector del olimpismo por coronarse en Beijing y Londres y apenas haber figurado en los podios mundialistas en tantos años de participar; desde la temporada 2004: solo una vez al aire libre (plata en Berlín 2009) y dos bronces bajo techo en los mismos años olímpicos.

Sin ser finalista en Atenas 2004, vino a sus cuartos Juegos en Río próximo a cumplir 35 años de edad el cercano día 30. Ansiaba su tercer oro seguido pero apenas clasificó sexto.

Algo parecido sucedió al carismático kenyano Ezequiel Kemboi en los 3.000 metros con obstáculos. Tenía cuatro cetros mundiales en línea desde Berlín 2009 hasta Beijing 2015 y quería despedirse a los 34 años de la arena olímpica con una tercera corona aunque no fuera consecutiva, pues cedió la de Beijing intercalada entre las de Atenas y Londres. Pero originalmente solo pudo llegar en bronce y al final se quedó sin nada por descalificación, como si hubiera un “maleficio” versus los tricampeones en el estadio Engenhao del cual solo estuviera exhonerado divinamente el astro Bolt.

Hablo de “maleficio” porque en el sector femenino hubo al menos cuatro posibilidades de ser la primera tricampeona de la historia y todas se malograron, pero ese será tema de un próximo encuentro.