Por Gabriel Cazenave – gabriel@abc.com.py
Asunción, Paraguay, 7 de diciembre de 2016.- El precio que hubo que pagar fue demasiado alto. Nada menos que 71 vidas humanas, con el agravante de señales bastante claras de negligencia por un interés económico que dejó de lado la protección a los pasajeros del selecto vuelo de la Asociación Chapecoense de Fútbol, en el que iban los mejores futbolistas del club, para definir un titulo regional, y los periodistas escogidos para transmitir al mundo entero las incidencias del encuentro deportivo, en consecuencia, los más capaces.
El elevado costo, el más alto de la historia considerando el número de futbolistas fallecidos (19 del Chapecoenseen total, contra 18 del Torino de Italia, en 1949, la misma cantidad de la selección de Zambia, en 1993; 17 del The Strongest de Bolivia, en 1969; 16 del Alianza Lima de Perú, en 1987; 9 del Manchester United inglés, en 1958 y 8 del Green Cross de Chile, en 1961), es imposible de dimensionar o comparar con algo, pues cuando se trata de vidas jóvenes truncadas y de familias quebradas, nada existe que sea capaz de repararlo.
Aun así, en medio de tanto dolor e impotencia, el mundo ha sido testigo en estos días, de la más sublime demostración de que el fútbol conserva aun su rostro diáfano e inmaculado, el cual la violencia, los amaños y el afán desmedido de figuración y enriquecimiento han conseguido dejarlo cada vez más oculto.
El Atanasio Girardot, con más de 40.000 almas (otras tantas fuera del recinto), vestido de blanco para honrar a las víctimas del equipo que a esas horas debía ser su acérrimo antagonista en procura de una nueva copa internacional para la entidad colombiana y las voces al unísino entonando los estribillos del elenco catarinense, mostraron el espíritu verdadero del deporte, que no estaba muerto, que consiguió despojarse del lodo de sus más serias amenazas, para aflorar con nitidez para emocionar e ilusionar.
No solo eso. Un club acostumbrado a ganar todo lo que se le pone en el camino, teniendo la oportunidad de sumar una estrella más a su exitoso firmamento deportivo, no demoró en hacer saber cuál era su posición ante la tragedia: El título para Chapecoense. Solidaridad y deportivismo a escala mayor para echar por tierra angurria y egoismos.
Los 19 futbolistas de Chapecoense, los 21 periodistas deportivos y los demás fallecidos en los alrededores del aeropuerto de Medellín no serán olvidados nunca; los gestos de grandeza de Colombia, tampoco.