La comunicación es una de las características distintivas del siglo que vivimos. Los cambios que la misma ha establecido en las costumbres, en la forma de vivir y hasta en las relaciones del hombre en la sociedad y en la propia familia, son innegables.
Por Pedro García Garozzo – pggsport@cdfenix.com.py
Así como YouTube y Wikipedia, las redes sociales, en especial las más populares y de mayor uso universal como Facebook y Twitter, constituyen una gran ayuda para la transmisión instantánea de hechos que antes costaba mucho difundirlos y son aliados excepcionales para los periodistas.
El esfuerzo que hacían los cronistas de antaño, era verdaderamente inimaginable para quienes hoy con un celular en mano mensajean al momento lo que ven en un escenario sin moverse del mismo.
Las transmisiones internacionales se hacían “a ciegas”. No había el “retorno” tranquilizador para el narrador que sólo se enteraba por un escueto telegrama al día siguiente en su hotel, mientras preparaba las maletas para regresar, que el trabajo “llegó bien” o “no llegó”.
Miguel Angel Jara Martínez, un cronista paraguayo de los años cincuenta, iba en bicicleta a la cancha para llegar más rápido a un par de cuadras de la misma hasta una comisaría, donde había el único teléfono de todo Campo Grande, que le prestaban para llamar a la radio y anunciar que se registró un gol . Cuando regresaba ya se encontraba con otra variante en el marcador y era todo un maratón pedalístico lo que lo dejaba tanto o más cansado que los propios futbolistas que protagonizaban el partido.
La moderna era de internet y la transmisión digital y satelital, marcan una diferencia abismal respecto a los enlaces con teléfonos a magneto, amplificadores alimentados donde no había red eléctrica con voluminosos acumuladores y emisiones internacionales por ondas cortas.
¿Llegará el día en que la tecnología pueda reemplazar al periodista?
El cotidiano andar detrás de la información, especialmente de los deportistas de mi país que salen a competir al exterior, me dio la respuesta. Nunca se podrá prescindir del comunicador.
Aún hoy, quienes fungen de circunstanciales cronistas, apelando a las redes sociales precitadas, ayudan a transmitir resultados porque no siempre, un hombre de prensa puede estar en esos eventos.
Pero ni siquiera por estos voluntariosos servidores, el periodista podrá ser suplantado porque si bien tienen las herramientas y los medios y pueden describir los acontecimientos, carecen del alma del comunicador. Y así, si ya llegó la hora de ir a cenar, dejan para más tarde el envío de los datos o simplemente se olvidan de hacerlo. Si el equipo o el atleta compatriota pierden, piensan directamente que “no vale la pena” anunciarlo o hasta “mejor es que no se sepa”. Cuando ganan, si son deportistas individuales, no describen a quien derrotaron ni siquiera a veces la nacionalidad del perdedor. O llega la información incompleta o lo que es peor con errores. Ellos no tienen la culpa. No es su trabajo ni pueden tener la idoneidad de un profesional en la materia.
Por eso mismo concluimos que podrá avanzar la tecnología y aparecerán nuevas formas de comunicación más eficaces y veloces, pero su optimización solo podrá darle el toque distintivo de un profesional de la prensa.