Por JAIRO GIRALDO JIMÉNEZ
ACORD COLOMBIA – AIPS AMÉRICA
Debió pasar más de un siglo para que el legendario y romántico nombre de “deporte olímpico” empezara a dar un giro casi inesperado y hasta radical, ingresando en una etapa de flexibilidad y apertura a las tendencias del Siglo XXI, después que a lo largo de aquellos ciento y tantos años había plena claridad en el contexto y pensamiento del olimpismo ideado por el barón Pierre de Coubertain por allá en 1894.
Los Juegos, que durante cientos de años rememoraban las gestas de la Grecia Clásica hace casi 3000 años con el pancracio, la lucha, el pugilismo, el pentatlón ( carreras de atletismo, disco, salto jabalina y lucha) las carreras de los carruajes llamados cuadrigas y competencias hípicas, dejando evidencia sobre quiénes eran más fuertes, más rápidos, más hábiles, o más astutos, hoy albergan la novedad de sofisticadas modalidades del ejercicio físico y muscular, adaptadas a la nueva expresión social de sus practicantes, tatuados, con aretes y anillos colgados en sus cuerpos, cabelleras coloridas y vestimentas extravagantes para la vetusta sociedad y cuyos canticos ya no son las clásicas melodías de los compositores de dos siglos atrás, sino los sones del rap el reggaeton el pop y la música electrónica.
Y así, hace carrera la famosa frase “O cambiamos o nos cambian,” con la que el actual presidente del Comité Olímpico Internacional el alemán Thomas Bach, llegó al trono del olimpismo en septiembre de 2013, dando paso a una mutación en la concepción de los Juegos Olímpicos de una manera acelerada, asombrosa y hasta exagerada según creen los defensores de la historia.
Las preocupaciones de Bach hace una década se enmarcan en una realidad, puesto que la resurrección de los Juegos en 1896 hoy se ve con tonos bien diferentes debido a una especia de desconexión de las nuevas generaciones, cuyas atracciones y preferencias se enfocan en el riesgo, la aventura, lo extremo, lo exótico, el peligro, arraigadas en los nuevos X-games que captan las culturas novedosas y a lo cual se ve abocado el COI en su afán por ganar audiencias y estar a la par con la juventud de hoy; ya dantes dio pasos definitivos al crear los Juegos Olímpicos de la Juventud que crecen y crecen día a día, adaptando nuevas modalidades del ejercicio como el ciclismo acrobático y el siempre popular trineo callejero. Las coberturas hoy se inclinan hacia saltos de esquí acuático descalzo, patinaje en línea cuesta abajo y la escalada, que son disciplinas más jóvenes y urbanas.
Nuevos rumbos se marcaron en Tokio 2020 con la llegada del Surf, el Skateboarding, la Escalada deportiva, el Kárate y el béisbol/softbol, pasando de los tradicionales 28 a 33 deportes, siendo una determinación muy acertada ya que el año próximo en París volveremos a ver el surf, la escalada deportiva y el skate, pero además el break dance y el free style.
Los interrogantes han tenido positiva respuesta: ¿Cuáles deportes están teniendo mayor interés y cuáles lo pierden; hacia dónde van las nuevas generaciones; qué quiere la televisión del futuro?
Y esto es lo que ha capitalizado, en buen recaudo, el Comité Olímpico Internacional en su carrera por dar apertura a las nuevas expresiones y sus practicantes, apostando además por unos juegos ambientales, más amables con la sociedad y con las costumbres que empiezan a cambiar, como dejar de lado la crueldad animal, al proponer que no habrá caballos porque las pruebas ecuestres van a ser sustituidas por carreras de obstáculos.
La creciente competencia en las nuevas disciplinas conduce a apostarle a la flexibilidad de la que tanto habla por estos días la directiva del COI, que no descansa buscando conducir los Juegos hacia las nuevas oportunidades, como por ejemplo la del ingreso del Cricket, deporte abanderado en India y Pakistán, para innovar y ejercer el mayor impacto posible en una sociedad que requiere cambios acordes a la realidad mundial, mostrando deportes enraizados en la cultura de los países.
Es por eso que John Harper, director de operaciones de los Juegos asegura que “Con los deportes incluidos para los Juegos de Los Ángeles, se quiere dar a conocer en Estados Unidos otros deportes internacionalmente relevantes. El béisbol brindará en Los Ángeles la oportunidad de competir en los Juegos «a los mejores».
El Lacrosse «es historia» debido a sus raíces indígenas. «Fue el primer deporte de equipo en el continente. Será una vuelta al futuro», aseguró, tras explicar las ventajas de su inclusión en el programa de Los Angeles.
Hay que tener en cuenta que el fútbol americano es el deporte más popular en Estados Unidos y la versión ‘bandera’ propuesta para los Juegos, sin contacto, es la más inclusiva; el críquet se presenta en las estadísticas como el segundo deporte más popular del mundo, con 2.500 millones de seguidores y con un jugador indio Virat Kohli como el tercer deportista con más seguidores (en redes sociales), 314 millones, «más que LeBron James, Tom Brady y Tiger Woods juntos» y la federación internacional de béisbol/sóftbol cuenta con 191 federaciones nacionales, la de críquet con 108, la de fútbol americano con 74, la de lacrosse con 90 y la de squash con 82.
Nada más ajustado a la actualidad, dando al COI respiro, acercamiento y conexión con la sociedad, con la juventud, con los cambios y avances del nuevo siglo. Estas cifras y datos son base sólida a la hora de tomar determinaciones, buscando esa flexibilidad de la cual habla la cúpula del Comité Olímpico y la oportunidad para un movimiento cuya misión permanente es la visión futurista y de apertura, como está evidenciado en las decisiones tomadas para las justas de 2028 cuyo programa incluye atletismo, bádminton, baloncesto, ciclismo, halterofilia, hípica, esgrima, fútbol, golf, gimnasia, balonmano, hockey, escalada, judo, lucha, natación, pentatlón moderno, piragüismo, remo, rugby, skateboarding, surf, taekwondo, tenis, tenis de mesa, tiro, tiro con arco, triatlón, vela, voleibol y los nuevos béisbol/sóftbol, lacrosse, squash, críquet y flag football.
Una mentalidad visionaria puede abrir paso a la llegada de otras disciplinas como ajedrez y baile deportivo. El futuro lo dirá, pero en esta era de conversión, cambios y flexibilidad, es posible que las presiones hagan posible su acceso.
Sera que toda esta inyección de transformación haga que hoy los Juegos Olímpicos, el espectáculo deportivo más grandioso del mundo – por la reunión de deportistas de distintas disciplinas, de espectadores, de derechos de televisión, de comercialización de publicidad y marketing deportivo- oculten los valores del olimpismo y los llevaría un poco hacia la decadencia?
NO. Los cambios seguirán llegando, pero la filosofía olímpica permanecerá intacta, enmarcada en los ideales plasmados en su carta fundamental, que incentiva a seguir creando un estilo de vida mezclando el deporte con la cultura, la educación y la cooperación internacional, basado en la alegría, el esfuerzo, el valor educativo del buen ejemplo, la responsabilidad social y el respeto a los principios éticos fundamentales universales, contribuyendo a la construcción de un mundo mejor y más pacífico, educando a la juventud a través del deporte practicado sin discriminaciones de ninguna clase y dentro del espíritu olímpico que exige comprensión mutua, espíritu de amistad, solidaridad y Juego Limpio.
Ahora…no sólo está cambiando el manifiesto interés de innovar y rejuvenecer unos Juegos Olímpicos que venían anclados en el formato establecido por su restaurador el Barón Pierre de Coubertin… otros quehaceres inherentes al COI empiezan a tomar nuevos rumbos, como el también cuestionado, criticado y amañado sistema de elegir sedes que llevaron a repartir jugosas bolsas para mantener su poder, su riqueza y sus ideales políticos.
Con ese aroma de corrupción flotando en el ambiente, que se hizo viral al otorgarse la sede de los dos más recientes Juegos olímpicos, el COI empezó a dar un giro al sistema para enfrentar aquel escándalo y retomar credibilidad, sin olvidar que ha existido rechazo ciudadano en muchas urbes que no querían semejante inversión pública en un evento deportivo.
El primer paso se dio cuando con solo dos candidatos para la elección de 2028, el COI decidió por primera vez en su historia, otorgar dos sedes a la vez: París albergaría los Juegos de 2024 y Los Ángeles se quedaría con los de 2028. Todos contentos.
Siguen las sorpresas y los buenos vientos para asegurar la pulcritud, pues el COI cambia las reglas y ahora la ciudad sede de los Juegos es propuesta por el organismo olímpico. Se creó una Comisión de Futuros Anfitriones de los Juegos que envía informes al COI y recomienda una ciudad que haya mostrado interés. Después, es potestad de la Asamblea ratificar o no, pero ya no hay votaciones como antes.
Tal vez se mantenga esta nueva ideología y deje a un lado aquel formato tan “enriquecedor” que ya hizo carrera y estaba llevando al abismo el organismo y algunos señores de los anillos; por suerte ha venido cayendo la mano de la justicia. Sólo el tiempo dará las respuestas positivas que la humanidad tanto espera por el bien del deporte, del olimpismo y de los Juegos, hoy más lujosos y llamativos que nunca.
De momento soplan buenos vientos, con innovadoras y atractivas propuestas para unir en lugar de dividir, dirigidas a una generación que oxigena tanto el deporte como los ideales olímpicos, tan vigentes como la propia esencia de su filosofía: «Citius, Altius, Fortius – Communiter». «Más rápido, más alto, más fuerte – Juntos». En busca de la excelencia permanente.