Pasan los días y el dolor es cada vez más fuerte. Quisiera que este dolor fuera como el de una cortada en un dedo, que se abre, sangra y duele, pero que con el paso de los días va sanado hasta que la herida se cierra, desaparece y nunca más vuelve a doler.
Mi cuarentena comenzó el 8 de marzo de 2020, justo un día después del triunfo del Equipo Colombia Colsanitas sobre Argentina en la Copa Davis jugada en mi querida ciudad, Bogotá, y durante la cual trabajé como attache del equipo Argentino. Un mes y dos días después, ella, mi madre, amante del deporte, campeona nacional de bolo americano, seguidora fiel del tenis colombiano, fan número 1 de Caterine Ibargüen, Nairo Quintana, Mariana Pajón, Oscar Figueroa, Rigoberto Urán entre otros colombianos y de su Majestad Roger Federer; quien luchó en una clínica por 16 días contra el Covid-19 y un problema pulmonar existente, perdió la batalla. No puedo dejar de sentir mal genio por ese virus, incluso nunca sabré cómo llegó a contagiarla, no puedo culpar a nadie, solo me queda seguir creyendo como Católica, que Dios tiene una razón para todas las cosas que pasan en este mundo. Ese 10 de abril de 2020 a las 18:20, se fue mi madre María Stella Pedraza Luna, la campeona de mi vida.
Por: Constanza Mora Pedraza – Miembro AIPS
BOGOTÁ, Colombia 21 de abril de 2020.– Lo he escuchado muchas veces, ‘nunca estás preparado para la muerte de un ser querido, y menos para la de mamá’, me enteraba de la muerte de la mamá de amigos y conocidos y ni me preocupaba por entender su dolor, claro!, porque también he escuchado cientos de veces, ‘no lo entiendes hasta que lo vives en carne propia’, pero es que nunca piensas que la muerte de un ser querido te va a llegar, siempre piensas que eso le pasa a los demás. A mis 42 años, he perdido 3 familiares, sin embargo, no estuve tan cerca a ellos, por lo que el dolor aunque fue duro, no fue tan fuerte como el que siento hoy. Al escribir esta nota, una semana después de su partida, lo expreso como: con el corazón partido en mil pedazos como cuando se rompe un jarrón de porcelana, caído desde 100 metros de altura.
En los últimos días, he escrito algunas líneas sobre ella; sobre la mamá, sobre la fanática al deporte, sobre la deportista que fue, pero en este momento, en el que quiero expresar mis sentimientos sobre su muerte, al haber tenido un resultado positivo para Coronavirus, mis dedos se quedan por momentos quietos sobre el teclado. Y es que aun sabiendo que la muerte es parte del ciclo de esta vida, nunca, jamás, ni en mis más extraños pensamientos, estuvo la idea que ella se fuera por una enfermedad así, siempre pensé incluso que yo moriría primero que ella. Muy a pesar de tener un problema en sus pulmones desde hace algunos años, ella seguía regia, como un roble.
Aquel 7 de marzo sobre el mediodía, fue el último día que sentí su piel junto a la mía, en nuestro beso de saludo y despedida. Ella llegó al Palacio de los Deportes junto a mi sobrina Sara, feliz de poder alentar en directo al equipo colombiano que se jugaba el todo frente a Argentina para el ingreso al Grupo Mundial de Copa Davis. Era la cuarta vez que Colombia enfrentaba a Argentina y nunca había ganado. Para esos días habíamos tenido una discusión, pero eso no fue motivo para conseguir las boletas, pues sabía que para ella asistir a los eventos deportivos era todo un placer; baloncesto, tenis y fútbol fueron los que más disfrutó, mientras yo trabajaba, ella se divertía, y al final, cuando era posible, le tomaba fotos con sus ídolos.
CUANDO EL DEPORTE SE LLEVA EN LAS VENAS. SANTA FE, SU EQUIPO DEL CORAZÓN
Creo que su amor y admiración por el deporte y los deportistas, nació junto a su relación con mi padre, a quien acompañó desde sus inicios como atleta, estando a su lado en los años más dorados del atletismo de medias y largas distancias de toda la historia colombiana, pues junto a ella, mi padre se convirtió en el mejor de todos los tiempos. Ella estuvo ahí, en sus derrotas y en sus triunfos. Recuerdo las gratas historias que mi mami contaba de esas bellas épocas, cuando yo aún no estaba ni en el pensamiento de mis padres, y aunque se divorciaron, siento que ese amor por el deporte le quedó para siempre y así mismo, me lo transmitió.
Desde que tengo uso de razón, la escuché hablar de sus idas al estadio El Campin para ver jugar a Independiente Santa Fe, el equipo de sus amores, su Santafecito Lindo o su Rojo Rojito, como lo decía cuando ponía sus estados en Facebook, en realidad debo admitir que ella sabía más de fútbol que yo.
Disfrutaba como una niña ir al estadio. Hace algunos años, se sentaba conmigo en la tribuna, y comentaba con mis colegas todo el partido, seguro hubiera sido una gran comentarista radial. Se sabía el nombre de todos los jugadores, de los técnicos, en que años habían ganado los títulos, en fin, era como una enciclopedia. La fama y el reconocimiento de mi padre quien también es hincha de Santa Fe, ayudó a que se forjaran buenas amistades con jugadores y técnicos de los años 60s y 70s, quienes iban a nuestra casa y departían almuerzos, cenas o simplemente momentos de relax. De ahí que mi madre conociera tanto de su Santafecito. En los últimos años, ya no se sentaba en la tribuna, ella, por su carisma, por su cariño y por su respeto hacía mis colegas, se ganó también el cariño de todos y hasta un lugar en el palco de la Asociación Colombiana de Periodistas Deportivos -Acord- a la cual orgullosamente pertenezco, y aunque soy de la regional de Cundinamarca y el palco lo administra la regional de Bogotá, ella siempre fue bien recibida. He recibido mensajes de quienes compartían con ella cada día de partido y sé, que su recuerdo estará siempre en el Estadio El Campin y que desde la eternidad, alentara con más fuerza a su Santa Fe del alma.
Además fue por ella que me hice seguidora de los Piratas de Bogotá, el equipo de baloncesto al cual alentaba en cada juego como local. Fue jugadora de Baloncesto cuando joven, e integró el equipo de la Empresa de Teléfonos de Bogotá, donde trabajó por 25 años. Aunque nunca jugó profesionalmente, siempre supe que era buena, al igual que jugando tenis de mesa, deporte en el que ganó varios torneos empresariales.
PRIMERA CAMPEONA NACIONAL DE BOLO
Realmente no recuerdo cuando comenzó su pasión por este deporte, ni cuando se convirtió en otro de sus amores, solo recuerdo que desde pequeña, ella nos llevaba junto a mis hermanos a verla jugar y poco a poco lo que era un juego por diversión se convirtió en un juego por competencia. En este momento desconozco cuantos torneos jugó, pero fueron muchos. Desde que decidió practicarlo como deporte y quiso competir, hizo parte de la Liga de Cundinamarca y con orgullo siempre llevó su uniforme, con los clubes Escualos y Bowling 300.
El 13 de septiembre de 2009, terminó en Bogotá el I Campeonato Nacional Super Senior de Bolo, y con la inmensa alegría me contó que se había convertido en la primera Campeona Nacional de esta categoría, escribiendo con letras doradas su nombre en la historia de este deporte, que ha tenido varios colombianos campeones a nivel mundial. Para ese entonces, no pude celebrar con ella, pues yo estaba viviendo en Inglaterra. Además de ese título, fue Sub-Campeona en la modalidad de equipos y en Parejas Femenino. Sin duda, otra razón para sentirme más orgullosa de ella. Ahora recuerdo que hace dos años, el regalo que me dio de cumpleaños, fue una bola, la misma que usé en los Juegos Nacionales de Periodistas Deportivos y con la cual fui campeona en Dobles.
APOYO INCONDICIONAL
El día que debuté como Periodista de Deportes en la Emisora Punto 5 hace un poco más de 20 años, ella estuvo allí, y aunque estoy segura que en un principio no le dio mucho gusto saber mi decisión de ser Comunicadora Social, siempre me apoyó, nunca le escuché una palabra negativa sobre mi profesión, ni sobre mi trabajo, al contrario, siento que cada vez que me escuchaba en la radio, o cuando leía mis noticias en el periódico o cuando me veía en las noticias de televisión, sentía el orgullo más grande que una madre puede sentir. Era quien más me criticaba y corregía mis errores y mi fan número 1.
NUESTRA SEPARACIÓN EN DOS ETAPAS
El 30 de abril 2004, un día antes de mi cumpleaños, fue el día que nos separamos por primera vez. Después de algunas rabietas mías por no saber inglés, ella decidió enviarme a Inglaterra, con el único propósito de aprender ese idioma y tener mejores oportunidades de trabajo. Y que buen ojo tenía mi madre, porque desde ese entonces no he podido ser más bendecida en la parte laboral. Ese mismo día fue el inicio de mi independencia familiar, pues a mi regreso, solo volví a vivir con ella menos de tres meses, pero solo estábamos lejos de cuerpo, porque nuestro amor de madre e hija siempre estuvo como una llama ardiente. Teníamos discusiones y dejábamos de hablarnos, pero el amor y el respeto siempre estuvieron presentes y siempre volvíamos a disfrutar un almuerzo, un helado o un delicioso café. Sé que para ella no fue fácil que su niña menor decidiera irse de casa, pero ahora, cuanto más pienso, entiendo que su silencio y sus oraciones fueron mi fuerza para ser quien hoy soy y para sentirme cada día más orgullosa de ser su hija. Nuestra segunda separación, es esta, la que ya no tiene vuelta atrás la que me deja sin volver a escuchar su voz y sin sentir sus abrazos.
Nunca podré estar más agradecida con Dios y la Virgen María, por haberme dado la oportunidad de compartir casi 43 años con ella, la madre más grandiosa del universo. Ma, te amo hasta la eternidad.
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ENGLISH:
THE CHAMPION OF MY LIFE IS GONE
Days go by and the pain is getting harder. I wish this pain was like that of a cut on a finger, which opens, bleeds and hurts, but after days it heals until the wound closes, disappears and never hurts again.
My lockdown began on March 8, 2020, just one day after Team Colombia Colsanitas beat Argentina in the Davis Cup played in my beloved city, Bogotá, and during which I worked as an aggregate for the Argentinian team. A month and two days later, she, my mother, a sports lover, a bowling national champion, a faithful follower of Colombian tennis, a fan #1 of Caterine Ibarguen, Nairo Quintana, Mariana Pajon, Oscar Figueroa, Rigoberto Urán, among other Colombians and His Majesty Roger Federer; who fought in a clinic for 16 days against Covid-19 and an existing lung problem, lost the battle. I can’t help not to feel angry about that virus, I will never even know how it got to her, I can’t blame anyone. I can only continue to believe as a Catholic, that God has a reason for all the things that happen in this world. That April 10, 2020 at 6:20 p.m., my mother María Stella Pedraza Luna, the champion of my life, left.
By: Constanza Mora Pedraza – AIPS Member
BOGOTÁ, Colombia, April 21, 2020.- I have heard it many times, ‘you are never prepared for the death of a loved one, even less for your mom’s one’, I knew about the death of friends mom’s and I was never worried about understanding their pain, Of course! Because I have also heard hundreds times, ‘you don’t understand it until you live it your own’, but you never think that the death of a loved one will come to you, you always think that happens to others. At my 42 years, I have lost 3 family members; however, I was not as close to them, so the pain, although it was hard, was not as strong as what I feel today. By writing this note, a week after her departure, I feel like: with my heart broken into pieces like when a porcelain vase is broken, fallen from 100 meters high.
In the past few days, I’ve written a few lines about her; about the mother, about the sports passionate, about the athlete she was, but at this moment, in which I want to express my feelings about her death, having had a positive result for Coronavirus, my fingers remain for moments on the keyboard. And it is that even knowing that death is part of the cycle of this life, never, never, not even in my weird thoughts, was the idea that she would die for such an illness, I always even thought that I would die first than her. Despite having a problem in her lungs for some years, she was still great, like an oak.
That March 7 at noon, was the last day that I felt her skin next to mine, in our hello and bye kiss. She arrived at the Palacio de los Deportes with my niece Sara, happy to be able to cheer live the Colombian team that was playing against Argentina for a place in the Davis Cup World Group. It was the fourth time that Colombia faced Argentina and had never won. Those days we had had a discussion, but that was not a reason to get the tickets, because I knew that attending sports events was a pleasure for her; basketball, tennis and football, were the ones that she enjoyed the most, while I worked, she had fun, and at the end, when possible, I took photos of her with her idols.
WHEN SPORTS ARE IN THE VEINS. SANTA FE, THE TEAM OF HER HEART
I think that her love and admiration for sports and athletes started together with her relationship with my father, to whom she accompanied from his beginning as an athlete, being by his side in the golden years of the athletics in medium and long-distance in the Colombian history, because with her, my father became the best of all time. She was there, in his defeats and in his victories. I remember the pleasant stories that my mom told of those beautiful times, when I was not even in the thoughts of my parents, and although they divorced, I feel that the love for the sport stayed with her forever and, likewise, she pass it on to me.
Since I can remember, I have heard her talk about her time in El Campin Stadium to see Independiente Santa Fe matches, her loved team, her Santafecito Lindo or Rojo Rojo, as she call it when she published her status on Facebook, actually I must admit that she knew more about football than I.
She enjoyed going to the stadium like a little child. A few years ago, she would sit with me on the stands, and chat with my colleagues throughout the match; she would surely have been a great radio commentator. She knew the name of all the players, of the coaches, in which years they had won the titles, she was like an encyclopaedia. The fame and recognition of my father, who is also a fan of Santa Fe, helped to build good friendships with players and coaches from the 60s and 70s, who came to our house and shared lunches, dinners or simply moments of relax. Hence, my mother knew so much about her Santafecito. In recent years, she no longer sat in the stands, she, for her charisma, for her affection and for her respect towards my colleagues, also won the love of all of them and even a place in the box of the Colombian Sports Press Association -Acord- to which I proudly belong, and although I am from the Cundinamarca branch and the box is managed by the Bogotá branch, she was always well received. I have got messages from those who shared with her every game day and I know that her memory will always be at the El Campin Stadium and that from the eternity, she will encourage Santa Fe, with all the strength of her soul.
It was also because of her that I became a fan of the Piratas de Bogotá, the basketball team that encouraged in every game at home. She was a basketball player when she was young, and was part of the Bogotá Telephone Company team, where she worked for 25 years. Although she never played professionally, I always knew she was good, just like playing table tennis, a sport in which she won several companies’ tournaments.
FIRST NATIONAL BOWLING CHAMPION
I really do not remember when her passion for this sport began, nor when it became another of her loves, I only remember that since I was little, she took us along with my siblings to see her playing and little by little what was a game for fun became a game for competition. At this time I do not know how many tournaments she played, but there were many. Since she decided to practice it as a sport and wanted to compete, she was part of the Cundinamarca League and with pride she always wore her uniform, playing for Escualos and Bowling 300 clubs.
On September 13, 2009, the 1st National Super Senior Bowling Championship ended in Bogotá, and with immense joy she told me that she had become the first National Champion in this category, writing her name in golden letters for the history of this sport, which has had several Colombian champions worldwide. At that time, I could not celebrate with her, since I was living in England. In addition to that title, she was runner-up in teams and women´s doubles. No doubt, another reason to feel more proud of her. Now I remember that two years ago, the birthday present she gave me was a ball, the same one I used in the Colombian Sports Journalists National Games and with which I was champion in doubles.
UNCONDITIONAL SUPPORT
The day I made my debut as a Sports Journalist at Radio Punto 5 a little over 20 years ago, she was there, and although I am sure that at first she was not very happy to know my decision to be a Social Communicator, she always supported me, I never heard a negative word about my profession or my work, it was totally the opposite, I feel that every time she listened to me on the radio, or when she read my articles in the newspaper or when she saw me on the TV news, she felt the biggest pride a mother can feel. She was the one who criticized me the most and corrected my mistakes and my fan number 1.
OUR SEPARATION IN TWO STAGES
April 30, 2004, the day before my birthday, was the day we first separated. After some tantrums of mine for not knowing English, she decided to send me to England, with the sole purpose of learning that language and having better job opportunities. And what a good eye my mother had, because since then I have not been more blessed in my and with my jobs. That same day was the beginning of my family independence, because on my return, I only lived with her for less than three months, but we were only physically far, because our mom and daughter’s love was always like a burning flame. We had discussions and didn’t talk to each other, but love and respect were always there, and we always came to enjoy lunch, an ice cream or a delicious coffee. I know that it was not easy for her that her little girl decided to leave home, but now, the more I think, I understand that her silence and her prayers were my strength to be who I am today and to feel more proud every day of being her daughter. Our second separation is this; the one that has no turning back, that leaves me without hearing her voice again and without feeling her hugs.
I can never be more grateful to God and the Virgin Mary, for giving me the opportunity to share almost 43 years with her, the greatest mother in the whole universe. Ma, I love you to the eternity.