CIUDAD DEL ESTE, Paraguay, 6 de noviembre de 2017.– Paraguay necesita comenzar a aprender que es un proceso en términos futbolísticos. Por segunda vez seguida quedó con las manos vacías, sin Mundial, y con muy pocos jugadores de recambio para las próximas citas ecuménicas.
La responsabilidad es de la dirigencia, pues es la que debe tener la visión y sostener un operativo, aún cuando los números no avalen la gestión de un entrenador. Y este debe ser nominado a partir de un análisis acabado.
En las últimas eliminatorias, el supuesto proceso que inició el argentino Ramón Díaz no duró mucho tiempo. Y se recurrió a Francisco Arce, alguien que tampoco tuvo la oportunidad de terminar una etapa, en el periodo anterior. El argumento: los resultados no los acompañaron. Aún cuesta tanto aprender de las experiencias!
A pesar de las dificultades y las presiones que siempre existieron en una selección, Arce hilvanó buenos marcadores y puso a la Albirroja con chances reales de clasificar al Mundial de Rusia. Pero Venezuela hizo trizas la ilusión guaraní.
Todo equipo que represente a su nación pretende ir a una Copa del Mundo, pero llegar a ella no será producto de la casualidad, la suerte o por la simple guapeza de los futbolistas.
Las categorías de base son elementales para apostar a un futuro promisorio de la selección nacional, a la que vayan los realmente seleccionados y no citados por parentescos, amiguismos o por influencia de agentes de futbolistas.
Es posible que a Qatar tampoco llegue Paraguay, pero si inicia una fase con la seriedad y responsabilidad que implica, tendrá un cimiento en el cual se sustente para los siguientes Mundiales. Si no hay cambio de mentalidad, los lamentos servirán como justificativos, pero no valdrán para erradicar la serie de fracasos en selectivos premundialistas.